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El Servicio Municipal de Arqueología del Ayuntamiento de Carmona ha realizado un nuevo hallazgo que confirma una vez más la importancia de la presencia romana en la localidad. En esta ocasión se trata de un horno destinado a la fabricación de cerámica, tejas y ladrillos hallado en la calle Montánchez, fuera de murallas y en la zona que recorriera la antigua barbacana medieval.
El hallazgo de esta estructura se une a los hornos que ya se han documentado gracias a las distintas excavaciones urbanos y que han definido el área industrial de la Carmo romana en conexión con las puertas de acceso a la ciudad, dando forma a una especie de "cinturón industrial."
El horno localizado ahora, que tiene un diámetro cercano a los cuatro metros, consta de tres partes esenciales: un pasillo de entrada -el praefurnium- que servía para alimentar de leña la cámara de fuego y que se cerraba una vez introducida la cerámica cruda dentro del mismo.
El interior del horno consta de dos pisos. Abajo, la cámara de fuego –el furnium- es el habitáculo donde se producía la combustión. Sus paredes están excavadas en el alcor (la roca de Carmona) y revestidas de ladrillos de adobe (barro sin cocer), que después del primer encendido del horno adquirieron gran resistencia. Arriba se situaba la cámara de cocción – la laboratio- que se cubría por una bóveda de arcilla.
El piso inferior y el superior están separados por la parrilla, plataforma sostenida por un robusto pilar y sobre la que se colocan los cacharros que se van a cocer. El calor que se generaba en el interior de la cámara de combustión pasaba a través de unos agujeros circulares practicados en la parrilla y llamados toberas.
La cubierta del horno es una bóveda más o menos circular, que se encontraría perforada mediante unos respiraderos que permitirían la salida de humos y vigilar la cochura. Esta parte de la instalación presenta un deficiente estado de conservación y sólo resta parte del arranque.
Como el horno está parcialmente excavado en la roca, cuando estaba en funcionamiento de él sólo se vería la parte superior de la bóveda, de forma más o menos ahuevada y el pasillo de entrada a la cámara de combustión.
Normalmente estos hornos se construían de dos en dos, para garantizar una producción continua. Así mientras uno se enfriaba y vaciaba, el otro se cargaba y calentaba, manteniendo una fabricación constante de cerámica común y material constructivo, cuyos numerosos desechos se están documentando durante la intervención arqueológica.
Tanto en Carmo como en el resto de las ciudades romanas, los hornos y las instalaciones de tipo industrial se ubicaban siempre fuera de murallas. Las estrictas ordenanzas municipales de entonces impedían que estas actividades molestas y nocivas tuvieran lugar junto a las viviendas. El capítulo 76 de la Ley Municipal de Urso –la Osuna romana- es muy explícito en esta cuestión.